sábado, 7 de septiembre de 2013

Profecías y realidades. Extraído de Homo Videns. La sociedad teledirigida de Giovanni Sartori.


Profecía de Bacon.

Hace más de 400 años existió un inglés llamado Francis Bacon. Escritor, político, filósofo y abogado. Bacon escribió un libro titulado “Nueva Atlántida”, una novela utópica en la cual aseguraba que al hombre común la ciencia le daba poder. Vaticinó que a través del conocimiento científico, el hombre podría ejercer un amplio domino de la naturaleza.

Cuatro siglos después podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que lo que estaba escrito en la “Nueva Atlántida” de Bacon era cierto. Lo hemos logrado a través del conocimiento científico.
Pero el conocimiento científico al que Bacon hace mención es el tipo de conocimiento que supone el uso de un método, que persigue fines teóricos, el que es objetivo, universal y crítico porque sabe cuestionar lo que percibe. Un conocimiento que necesita de una carácter contemplativo, reflexivo, profundo, analítico, etc. Algo completamente opuesto al conocimiento vulgar que es individual, subjetivo, superficial, inexacto, que no es metódico y mucho menos crítico.

Hoy, en pleno siglo XXI, lo que rige la humanidad es la era de la imagen, ya no la era de la palabra. Cada vez son más los que ven y menos los que leen. El video-vivir es lo mayoritario. Incluso la lectura en pantalla hace que nuestro cerebro trabaje de una manera distinta a la de leer letra impresa. La llamada revolución multimedia se caracteriza por su carácter distractor, por hacernos habilidosos en lo multitask, pero de ninguna manera contribuye al pensamiento abstracto, reflexivo, profundo y crítico como han venido demostrando muchos científicos en innumerables experimentos. El conocimiento científico al que se refería Bacon y que tanto bien le hizo a la humanidad, esta desapareciendo lentamente. No hace falta sin embargo conocer los experimentos o estudios para aceptar la verdad. Basta con observar a nuestro alrededor con un poco de sentido común y ver como nos comportamos.

Como concluye G. Sartori en Homovidens. La sociedad teledirigida: “…Solo con el acto de ver no ha nacido ciencia alguna. Por lo tanto, en la óptica baconiana, la era del regnum hominis está en el ocaso. Ya no tenemos un hombre que <reina> gracias a la tecnología inventada por él, sino más bien a un hombre sometido a la tecnología, dominado por sus máquinas. El inventor ha sido aplastado por sus inventos”



La profecía de Vico.

Giambattista Vico escribió hace 288 años Principios de una ciencia nueva. En torno a la naturaleza común de las naciones.
En su obra menciona “las tres etapas del desarrollo de la humanidad”, etapas que son necesarias atravesar para llegar al resultado que formula la idea de una “ciencia de la historia”. En la primera etapa, menciona una edad inicial en la que imagina una sociedad intelectualmente putrefacta. Donde imperan la ignorancia y al superficialidad. Una sociedad de “Horribles bestias” desprovistas de capacidad de reflexión, inútiles para el pensamiento científico, pero dotadas de fortísimos sentidos, una enorme fantasía y una ingenuidad desbordante. Con base científica formula una teoría antropológica sobre el paso primitivo de hombres a bestias y de bestias a hombres.
Leer a Vico es, para la gran mayoría de nosotros, como meterse a un ring de box con un campeón mundial de peso pesado. Los golpes van a retumbar en lo más hondo del cerebro.

Hoy, 288 años después, se dibuja con mayor claridad pero no con menor espanto al “hombre bestia” al que Giambattista Vico hacía referencia. Un hombre cegado por el dinero y el poder. Un hombre completamente superficial, no por decisión propia sino por que su estado de supervivencia cotidiana no le da espacio para más. Un hombre hipnotizado por la telebasura. Distraído por la Red. Un hombre engañado al que sólo con creer, le es suficiente.

Como concluye G. Sartori en Homovidens. La sociedad teledirigida: “…El hombre del post pensamiento, incapaz de una reflexión abstracta y analítica, que cada vez balbucea más ante la demostración lógica y la deducción racional, pero a la vez fortalecido en el sentido de ver (el hombre ocular) y el fantasear (mundos virtuales), ¿No es exactamente el hombre de Vico? Realmente se parece…”



La profecía de Foster.

Hace solo 85 años, Edward Morgan Foster escritor inglés de ciencia ficción escribió “The Eternal Moment and Other Stories” una colección de 6 cuentos publicados en 1928 en dónde aparece el cuento “The machine Stops”.
En él, E.M. Foster vaticina una sociedad tan dominada por la tecnología que sus miembros han olvidado no sólo cómo controlar a las máquinas, sino también como ser humanos. La “máquina” de Foster es un entorno global del que no hay escapatoria.

<…no te das cuenta de que somos nosotros mismos los que estamos muriendo, y que aquí lo único que realmente vive es la máquina? Hemos creado la máquina para hacer nuestra voluntad, pero ahora no podemos hacer que ella cumpla la nuestra. Nos ha robado el sentido del espacio y del tacto, ha emborronado todas las relaciones humanas y ha reducido el amor a un mero acto carnal; ha paralizado nuestros cuerpos y nuestras voluntades y ahora nos obliga a rendirle culto. La máquina avanza, pero no según nuestras directrices; actúa, pero no de acuerdo a nuestros objetivos. Existimos solo como glóbulos sanguíneos que fluyen por sus arterias, y si pudiera funcionar sin nosotros, nos dejaría morir…” 
“The Machine Stops” E.M. Foster – 40 años antes del descubrimiento de internet.


E.M. Foster vaticinó un mundo en el cual una red electrónica nos conectaba a todos, un mundo en el que todos se aislaban y encerraban en sus casas, mientras se comunicaban constantemente. La máquina funcionaba a la perfección, pero no para los fines de sus creadores. Al final la máquina se rompe y con ella el mundo entero.


Como concluye G. Sartori en Homovidens. La sociedad teledirigida: ¿Quién puede decir que las predicciones nunca se cumplen?

No hay comentarios:

Publicar un comentario